Hoy 25 de noviembre de 2019 se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, designado como tal por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 17 de diciembre de 1999. Se escogió esta fecha para honrar a las hermanas Mirabal, tres activistas políticas de la República Dominicana que fueron brutalmente asesinadas en 1960 por la policía secreta del dictador Rafael Trujillo.
El terrible contador de la violencia machista no se detiene. Desde que se inició en España el registro oficial de víctimas en el año 2003 hasta hoy, un total de 1.027 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas. En 2019, a falta de un mes para que finalice el año, según el último balance del Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes e Igualdad han sido asesinadas 51 mujeres, de las que sólo 11 (el 21,6%) había denunciado a su agresor. Hemos de reconocer que tenemos un grave problema en nuestra sociedad.
Y el primer paso en el que podemos avanzar desde la sociedad civil organizada es el de la concienciación y sensibilización.
Si el feminismo, según la RAE, es el principio que otorga igualdad de derechos entre la mujer y el hombre, toda organización que no sea feminista será machista. Y como es un asunto grave que nunca debemos obviar, reivindicarnos feministas nunca sobra en los estatutos de nuestros grupos locales.
La bicicleta ha hecho ya mucho por las mujeres. Al popularizarse en el siglo XIX fue usada como una herramienta desde la que cuestionar el patriarcado. Da independencia e hizo irrumpir a las mujeres en el espacio público que tradicionalmente ha estado vinculado a lo masculino, en contraposición a su función de cuidadoras dentro del hogar. Y es que la bicicleta, ya de por sí desafía los estereotipos sexistas. Montar en bici proporciona una sensación de iniciativa, autonomía y libertad que cuestiona el rol de fragilidad otorgado a la mujer.
¿Qué puede aportar el feminismo al activismo ciclista hoy en día? Las prioridades que actualmente rigen la gestión del espacio público tienen un carácter machista. Se prioriza al vehículo a motor, caro, potente y veloz. Que nos lleva eminentemente a trabajar, a producir, con la excusa de una supuesta eficacia de tiempo. Mientras que se olvidan y arrinconan los desplazamientos por cuidados y placer. También se olvida el despropósito que suponen tantos coches circulando cada día por nuestras ciudades, los ruidos, los olores y la contaminación que nos enferman día tras día. El feminismo reivindica una ciudad diversa e inclusiva donde todas y todos tengamos cabida independientemente de nuestra velocidad y modo de transporte: el derecho a la ciudad y a la reproducción de la vida.
Pero el feminismo también tiene mucho que aportar a las dinámicas propias del activismo. ¿Quiénes suelen copar la palabra en las reuniones y asambleas? ¿Damos más valor a unos interlocutores que a otras, son más aceptadas sus propuestas? Son preguntas incómodas que deberíamos empezar a realizar dentro de nuestros grupos si queremos que nuestra base sea representativa de la población. También nos hace plantearnos temas referentes a la conciliación. A menudo las y los activistas nos quejamos de falta de tiempo y siempre querríamos hacer más de lo que podemos. Y es que el activismo nos supone, y a las mujeres en mayor medida, un tercer trabajo después del trabajo habitual y del cuidado de la casa. El modelo de hiper-militante que siempre tiene disponibilidad, sabe de todos los temas y tiene un discurso muy elaborado y estructurado, necesita de una gran cantidad de trabajo oculto que lo sostenga, y expulsa del activismo a otros perfiles que no llegan a ese alto nivel de dinamismo y competitividad. Sobre todo a las mujeres. Y con eso estamos expulsando a la mitad de la población, no lo olvidemos.
Llevar los cuidados al interior de las organizaciones implica promover el trabajo en equipo, la cooperación, reconocimiento mutuo, reflexión compartida y análisis colectivo; facilitar horarios y espacios infantiles durante reuniones y asambleas, habilitar recursos telemáticos para debatir, decidir y votar. Para construir en común, se precisan grandes dosis de tolerancia, generosidad y comprensión con los errores que se cometen.
Y en eso seguimos avanzando. En la propia estructura de ConBici se ha incorporado la Coordinación en Equidad con las siguientes tareas para los próximos meses:
- Crear una sección sobre género en la web
- Escribir un boletín mensual con información/noticias que nos aporten nuestros grupos que incorpore un artículo dedicado a una mujer o grupo de mujeres de ConBici.
- Formar un fondo documental de género y movilidad sostenible.
- Crear un calendario de actividades feministas-ciclistas de toda España.