La fundación Heinrich Böll Stiftung acaba de editar el Atlas de la Movilidad Europea 2021, en el que se explica la importancia de poder caminar cómodamente, circular en bicicleta y usar el transporte público con el objetivo de crear ciudades más verdes, más sostenibles y más amables con la ciudadanía.

y NO2 y mejoran la salud. Información de la licencia.
En los 50′ y 60′ el urbanismo en el norte de Europa giraba entorno al coche.
Desde nuestra situación en el sur de Europa normalmente miramos hacia el norte, hacia Holanda o Dinamarca, con la resignación de quien ve una utopía que nunca se alcanzará. Sus gráficas nos indican que el 70% de sus viajes se hace de forma sostenible, el uso de la bicicleta es del 28% y llega hasta el 44% si el motivo del desplazamiento por trabajo o educación. Sus fotos nos muestran calles llenas de ciclistas de todas las edades circulando con tranquilidad. Nunca llegaremos a eso.
No obstante, en 50’ y ’60 sus ciudades no eran tan distintas a las nuestras de ahora. El urbanismo giraba al rededor del coche, su velocidad y comodidad, y fueron protestas ciudadanas las que impulsaron el auge de la bicicleta que ahora disfrutan. Su historia nos cuenta que la bici no está en los genes, el uso de la bicicleta es cultural y la cultura la creamos y re-creamos diariamente a través de los actos cotidianos.

El Atlas que nos presentan recoge las conclusiones a las que han llegado tras años de experiencia e innovación ciclista. El modelo de ciudad parte de la voluntad política, y existen fórmulas para llegar a estas ciudades llenas de bicis: un red de carriles bicis protegidos, aparcamiento ciclista, olas verdes semafóricas o bici más tren. O pequeños detalles que hacen que circular sea más agradable: basuras inclinadas, reposapiés ciclistas, contadores o hinchadores públicos.