El conocido rechazo a la obligatoriedad del casco y otras cargas para los usuarios de bicicletas, así como su defensa de una ciudad donde el eje sea el peatón, todavía causan “indignación” en sectores próximos al mundo del automóvil
Esta entrada la haré en primera persona, pues representé a ConBici como ponente hace unos días en un encuentro donde se congregó un grupo de profesionales bastante poco receptivos a las políticas que defendí en nombre de la coordinadora. Se trataba de las “VIII Jornadas sobre búsqueda de soluciones al problema de los accidentes de Tráfico”, organizadas por el Instituto Universitario de Investigación en Ingeniería de Aragón. Agradezco a Juan José Alba, coordinador de las jornadas, esta deferencia y volvería a asistir si de nuevo se nos da la oportunidad de explicar a todo el que quiera escuchar nuestra forma de ver la seguridad vial a través de un cambio de modelo de ciudad y paradigma de movilidad que, con su secular retraso, ya se está produciendo en nuestro país, aunque con distinta velocidades según la ciudad de la que se trate.
Mensajes “revolucionarios”
En la comunicación (que puedes ver al final de este informe) colaboraron, Ricardo Marqués, Profesor de Física de la Universidad de Sevilla y Francisco Bastida, Catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Oviedo, contenía mensajes tan revolucionarios como que una ciudad 30 es una ciudad más segura para todos los usuarios, que la bicicleta no contamina y que por ello nos conviene a todos que circulen más, que a más uso de la bicicleta (acreditado con datos) las urbes son más seguras y saludables, que si ya sería mala una sola obligación de carnet, matrícula o seguro obligatorio (C+M+S), las tres juntas serían ya letales para la bici en España, que estas medidas no se dan en ningún país del mundo, que la obligatoriedad generalizada del casco ciclista reduciría la población ciclista y que el usuario perdería seguridad jurídica. Que no hay un único perfil de ciclista y que la mayoría se comportan bien en las vías públicas. Que los ciclistas conocen las normas de circulación, pero que no fueron redactadas pensando en sus características. Que nos gustaría adaptar la legislación a esta nueva realidad, pues la bici no causa el mismo peligro que un camión y no es peligrosa para los demás. Que el riesgo de ir en bici es menor cuantas más bicis haya (afirmaciones avaladas con varios cuadros de datos)… Que la bici cumple una función social y que por ello merece unas normas que la diferencien y fomenten… Que la propia DGT rechaza las obligatoriedades que cíclicamente plantea alguna aseguradora o entidad con extraño interés…
De este calado era el lenguaje empleado, con una conclusión: que las ciudades con más bicicletas son mejores para todos, por seguridad y salud pública. Un discurso aceptado por cada vez más sectores vecinales y empresariales, que va asumiendo la clase política y aplaudido en los foros donde habitualmente nos movemos relacionados con la movilidad y habitabilidad de los espacios públicos.
¿Con qué mensajes se quedó buena parte de la audiencia y que no dudó en intervenir con evidente rasgadura de vestiduras?… Las cuestiones con las que se quedaron los profesionales que allí se congregaron, fueron que si la Ciudad 30 que planteamos es como Disneylandia y que a todos nos gustaría vivir en un lugar ideal, pero… Que las motos no pueden ir a 30 porque se caerían. Que las estadística que se presentaron no tenían ningún rigor. Que afirmar que a más bicis, más seguridad es un brindis al sol. Que en Barcelona las bicis públicas contaminan porque son usadas por personas de las zonas altas y que luego un camión tiene que subirlas de nuevo. Que las bicis no es verdad que no contaminen, pues cuando se fabrican sí que se contamina. Que ir en bici no es tan sano pues respiras la contaminación de los coches (¡!). Que “a mi mujer el otro día la atropelló un ciclista”. Que el seguro RC debería ser obligatorio. Que en España se llevó matrícula mucho tiempo y que no desaparecieron las bicicletas (¿?). Que un ciclista atropelló a un señor “en un carril bici” y que se marchó sin dejarle los datos para responder por ello. Que si el problema es que no tienes donde dejar la bici y te la pueden robar. Que en España no tenemos la cultura centroeuropea y no estamos preparados. Que queremos correr mucho introduciendo estos conceptos. Que los ciclistas deberían llevar siempre casco como los motoristas, pero en los coches sus ocupantes no deberían porque el efecto del “latigazo les partiría el cuello”. Que no tenemos porqué fijarnos en lo que se haga en Europa. Que sólo queremos derechos sin obligaciones. Que ir en bici será sano, pero que entonces por qué no hacen carriles con agua para quien prefiera ir nadando, que también es muy sano (risas). Que los ciclistas también pueden ir a 100 km/h. en alguna una vía de descenso, que si en esas condiciones también pienso que “no deberían” llevar el casco. Que incluso a 10 k/h. se puede uno “abrir la cabeza”. Que la Ciudad 30 invita a los peatones a cruzar por cualquier lado y esto puede provocar accidentes. Que en una de las diapositivas había un adulto circulando en bici por zona urbana, con menores, y que no daba buen ejemplo al no llevar casco. Que como peatones, las personas mayores son las que más peligro corren con las bicicletas. Que la bicicleta no ofrece nada al resto de usuarios. Que con organizaciones como ConBici no es de extrañar la siniestralidad ciclista. Que si no será que en la sala hay una cámara oculta (risas)…
Todas estas afirmaciones –a las que respondí en su totalidad- fueron emitidas en una sala donde había ingenieros, peritos, aseguradores, abogados, guardias civiles, autoescuelas, comunicadores, médicos… y donde nadie tuvo una sola conclusión positiva de lo que expuse en la sala. También es cierto que muchos callaron. Pero nadie tuvo un comentario positivo hacia la bici, y lo que es más alarmante, hacia el modelo de ciudad que se va abriendo paso paulatinamente en esta Europa a la que pertenecemos. Aunque no faltó algún comentario cortés, como la felicitación de Juan Carlos Toribio, de la Unión Internacional para la Defensa de los Motoristas, que me felicitó por el atrevimiento de exponer una ponencia así en estas jornadas. Y sin casco.
Admito que la audiencia estaba, por el perfil de sus profesiones, hipersensibilizada con los accidentes y que por ello, con absoluta buena fe en la mayoría de los casos, están habituados a poner nombres y caras a las víctimas, tanto las directas como las de los familiares. Y esto es muy duro y puede condicionar. Pero el legislador no puede redactar las leyes en base a casos concretos que se pretenden hacer genéricos. Tiene que actuar por los datos estadísticos que ya existen y aumentar los conteos que tanta falta le hacen a la bicicleta, para evaluar peligros y riesgos, y tomar medidas en consecuencia. Pero mientras, no puede guiarse por percepciones personales, cuando las cifras de las que disponemos no avalan medidas drásticas. Y el profesional de los accidentes de tráfico tampoco debe olvidar que la mayor parte de su tiempo (quizás más del 90%), lo está empleando en accidentes de vehículos a motor y no de bicicletas. Por ello nuestra sorpresa porque, en unas jornadas sobre seguridad vial, con un nivel de comunicaciones altísimo, nadie fuera capaz de razonar y aceptar en público que hay que avanzar hacia un escenario diferente, en unas ciudades más seguras, que pueden aspirar a “0” accidentes graves o mortales en 2020 (objetivo de la DGT). Y donde incluso si cualquier peatón comete el «fatal» error de cruzar por donde no debe, no tenga tantas posibilidades de pagarlo con la vida.
Ciudades seguras en donde consecuentemente harían falta menos profesionales para asegurar, investigar, vigilar y reparar siniestros… y cuyos esfuerzos y conocimientos podrían dedicarse a otras tareas socialmente también beneficiosas.
Después de mi intervención, Nacho Carreras, periodista del equipo que elabora el programa “Seguridad Vital” de TVE, emitió una sucesión de vídeos ofreciendo todo un recital de infracciones de automovilistas y motoristas, que obviamente me puso en bandeja dirigirme de nuevo a la audiencia, para hacer ver que los ciudadanos infractores lo son independientemente del vehículo que llevan, con la diferencia que unos crean muchísimo más peligro que otros y que no podemos generalizar, pues en mi opinión, la inmensa mayoría de conductores, automovilistas, motorista, camioneros, taxistas, ciclistas, etc., son respetuosos con el resto y observan las medidas de seguridad. Son sólo unos pocos los que impiden ver a los que lo hacen bien.
El cierre de la jornada del jueves fue con una cena en una mesa de gala que la organización había preparado y donde se matizaron algunos de los anteriores comentarios, empatizando con la mayoría mucho más que tras mi intervención. Aunque también hubo quien decía que a él nadie tenía que decirle cómo tenía que ir o qué tenía que comer (¿?).
Lo ocurrido en Zaragoza, en mi opinión es la muestra más evidente de que, a pesar de todo, alguien tiene que plantear estos conceptos fuera de los ámbitos habituales. En este caso, Juan José Alba nos dio la oportunidad. Y ConBici no podía eludir esta responsabilidad.
Manuel Martín @ManuelMadMZ – ConBici.org
Artículo reciente relacionado: http://www.pamplonauta.info/2017/02/14/atropellos-pamplona-movilidad/
Va a ser duro, tras 13 años dando la vuelta al mundo en bici, regresar en noviembre 2017 a mi país y ver que, en cuestiones de política sobre la bicicleta, seguimos habitando en el pasado.
Gracias por tus intentos de normalizar algo normal en otros países (como Burkina Fasso)
Un placer Álvaro que nos sigas y leas. Aunque por lo que dices, no estoy muy seguro de darte ánimos para volver. Aquí vamos a la velocidad de las mariposas, pero en la dirección de los cangrejos. Aunque sí hay cosas y mentes que van cambiando en positivo. Y no pocas. También por noticias como las que tú generas. Sería bonito tener alguna publicación en nuestra web de tu trabajo por el mundo.
Gracias por tus valiosos comentarios de aliento.
Manuel
Hola Manuel
Como ingeniero del Ayto. de Barcelona con más de 15 años gestionando la movilidad de la ciudad, quiero expresamente agradecerte que hicieras la ponencia que explicas. Subscribo al 100% todas tus afirmaciones.
Gracias, y ánimos. Los que trabajamos para conseguir ciudades más amigables no podemos rendirnos nunca.
Lluís Cerdà
Gracias a ti Luis por tus palabras. Suponen una agradable inyección de mutuo ánimo 🙂
Manuel
Hay una cuestión que no la veo reflejada y que para mí es clave: ¿por qué no se diferencia las bicicletas en zonas urbanas, como vehículo de transporte y las bicicletas que no tienen más utilidad que la de hacer deporte? Porque no tienen nada que ver las unas con las otras y cuando es por mero deporte, ya sean de carretera o de montaña, desde luego que son una molestia y de las gordas.
No creo que sea ni medianamente parecido un ciclista que utiliza este sano medio de transporte para sus desplazamientos en zona urbana y como mero medio de transporte, a las decenas y a veces centenas de ciclistas en parejas (y en pelotón) que los domingos hacen que los itinerarios habituales se prolonguen en muchos, muchos, demasiados minutos. Ni comparable a algunos (en algunos sitios muchos) «locos» de la montaña que bajan como si aquello fuera la montaña rusa y que rezas porque no te toquen en el sendero por el que vas tranquilamente paseando (y estos también usan las carreteras, claro), porque entonces sí que ni seguro, ni casco, ni la virgen que se te aparezca. Bueno, igual eso te salva, sí.
En cuanto al tema del casco, me atrevería a asegurar que en muchas ciudades en las que nos gusta fijarnos es obligatorio su uso. Yo sigo sin ver la diferencia entre la cabeza de un ciclista y la de un motorista.
«Todas estas afirmaciones –a las que respondí en su totalidad- fueron emitidas en una sala donde había ingenieros, peritos, aseguradores, abogados, guardias civiles, autoescuelas, comunicadores, médicos…»
Resulta lamentable y sobre todo entristece ver como este país quiere quedarse al margen de todos los cambios que se están produciendo en Europa.
No somos capaces de enfrentar por nosotros mismos los desafíos que la realidad nos impondrá a la fuerza.
Hace tiempo leí unos comentarios escritos por un ciudadano holandés que residió en España. Él definía a este país como: «el agujero negro(*) de la bicicleta».
No desfallezcan.
Saludos y muchas gracias
(*)Definición RAE
agujero negro:
1. m. Astron. Lugar invisible del espacio cósmico que, según la teoría de la relatividad, absorbe por completo cualquier materia o energía situada en su campo gravitatorio.
Con un par ❗❗
De razones?. Gracias!