Incluir la formación en movilidad en bicicleta como parte del currículum escolar debería ser una cuestión de estado, incluyendo conocimientos sobre educación vial tanto teóricos como prácticos.

Recientemente algunos medios de comunicación se han hecho eco de una propuesta a favor de la implantación de un carnet para ciclistas. Nuevamente saltan las alarmas y los colectivos ciclistas salimos a rebatir una y otra vez este argumento harto repetido desde el mundo del motor y que no tiene como objetivo ni mejorar la seguridad, ni apoya la movilidad en bicicleta, ni nada que se le parezca. Lo cierto es que cada vez que este tema es noticia, la DGT sale a desmentir en las redes sociales.
Las condiciones que determinan la necesidad de disponer de un carnet que certifique que la persona que conduce ese vehículo está en conocimiento y capacidades físicas y psíquicas para conducirlo vienen básicamente determinadas por la masa, velocidad y, en definitiva, la peligrosidad del vehículo en cuestión.
La bici no genera una accidentalidad significativa, ni se necesitan unas condiciones especiales para poderla manejar, ni un examen médico ni nada de lo que se supone que se pide para tener un carnet. Todo esto sin tener en cuenta la dificultad de regular esto a nivel europeo y como se conjuga con actividades en auge como el cicloturismo. Simplemente, no hace falta.
Israel, el único país con licencia de conducción de bicicletas eléctricas.
En el mundo únicamente identificamos a Israel, que desde enero de 2019 puso en marcha una nueva licencia de conducir, denominada A3, para obtener un permiso de conducción de bicicletas y patinetes eléctricos. Por lo tanto, ¿qué objetivo persigue realmente la implementación de un carnet? ¿Sirve de algo para mejorar la movilidad en bicicleta?
Curiosamente, según datos de la Dirección General de Tráfico (DGT), más del 96% de los conductores suspendería el test del carnet de conducir si tuviera que realizarlo ahora. Esto sí que es objetivamente peligroso y debería cubrir más portadas de medios a diferencia de otros que tienden a culpabilizar a las usuarias de la bicicleta, desviar la atención de los problemas reales como la siniestralidad, el uso abusivo del espacio público y la contaminación causada por el uso abusivo del coche y, en definitiva, poniendo trabas a la movilidad ciclista.

ConBici apuesta por incorporar la bici en el currículum escolar.
Ahora bien, desde ConBici somos partidarias de incluir la formación en movilidad en bicicleta como parte del currículum escolar. Tan es así que creemos que debería ser una cuestión de estado, incluyendo conocimientos sobre educación vial tanto teóricos como prácticos, apoyándose en la bicicleta como un vehículo que aporta autonomía y empodera desde la infancia. Defendemos que, como ya sucede en países como Holanda o Dinamarca donde la práctica de la bicicleta está ampliamente extendida, se imparten estos conocimientos en las escuelas públicas de todo el país.
Para conseguir este objetivo ya se está implementando en numerosas ciudades españolas el método de Una Bici Más, que se trata de una metodología descrita, concreta y replicable, que trabaja las diferentes maniobras y situaciones que cualquier persona ciclista se puede encontrar durante cualquier desplazamiento en bici, y lo hace de manera práctica, en un entorno de tráfico real, bajo la supervisión de personas instructoras cualificadas.
El objetivo es dotar a las personas potencialmente ciclistas de los conocimientos, habilidades y confianza que les permitan incrementar su seguridad y decidirse a usar la bicicleta como medio de transporte cotidiano. Esta metodología está a su vez basada en el método Bikeability, cuya implantación en el Reino Unido está dando excelentes resultados.