Entre el aluvión de documentación con el que la Delegación de Movilidad está consiguiendo convertir el seguimiento de la elaboración del PMUS de Sevilla en una tarea de auténtica exégesis bibliográfica, figura recientemente un documento titulado «Documento Estratégico» en el que, por primera vez, se establecen los escenarios de reparto modal para el horizonte del PMUS, es decir para el año 2030.
En dicho documento y para sorpresa e indignación de A Contramano no aparece ningún incremento en el número de desplazamientos en bicicleta en Sevilla para 2030, contradiciendo así las recientes declaraciones del Alcalde con motivo de la reunión en Sevilla de la Red de Ciudades por la Bicicleta, en la que preveía un aumento del uso de la bicicleta hasta un 15% del reparto modal «en el medio plazo».
El PMUS de Sevilla prevé sólo un 3% de desplazamientos en bicicleta en 2030.
Para los redactores del PMUS de Sevilla, en cambio, no solo no se prevé ningún aumento, sino que reducen el 15% anunciado por Juan Espadas a un escuálido 3%, como se puede ver en la gráfica adjunta, extraída del citado documento del PMUS (pag.81), en la que se muestran los escenarios de reparto modal para las diferentes alternativas de actuación contempladas por el PMUS.
Se mire como se mire, un 3% es CINCO VECES MENOS que el 15% anunciado por el Alcalde y los/las usuarios y usuarias de la bicicleta consideran que se merecen una explicación.

Desde el inicio de sus trabajos el equipo de redacción del PMUS ha mostrado un olímpico desprecio hacia las personas y colectivos que, antes que ellos, han estudiado el uso de la bicicleta en Sevilla, incluyendo el equipo de redacción del vigente Programa de la Bicicleta, lo que se ha traducido en una sistemática minusvaloración del papel de la bicicleta en la movilidad de la ciudad, que han evaluado sistemáticamente por debajo de todas las estimaciones previas: alrededor del 3% (que aparece al principio de la gráfica como escenario «tendencial») frente al 5% de todas las estimaciones anteriores, incluidas las realizadas por el propio Ayuntamiento.
El Plan de Movilidad Urbana Sostenible no prevé ningún aumento de uso de la bici.
Pero lo verdaderamente grave no es eso (1), sino el hecho de que no se prevea ningún aumento en el uso de la bicicleta de aquí a 2030, contradiciendo así no solo las citadas declaraciones del Alcalde (y otras muchas de talante similar realizadas durante las últimos años) sino también el vigente Programa de la Bicicleta aprobado por el Ayuntamiento Pleno, que prevé incrementar al doble el uso de la bicicleta en Sevilla.
No estamos aquí ante una mera discrepancia en las estimaciones, sino ante una decisión política, por mucho que se la quiera enmascarar como el resultado de estimaciones técnicas, asépticas desde el punto de vista político, que contradice no solo decisiones políticas anteriores del propio Ayuntamiento, sino la realidad de muchas ciudades españolas y europeas de tamaño y características similares a Sevilla, que planean ambiciosas políticas de fomento del uso de la bicicleta o que las han llevado a cabo ya, con resultados de participación modal de la bicicleta muy superiores al escuálido 3% previsto en el citado documento del PGOU. ¿Quiere decir el equipo de redacción del PGOU que Sevilla es especial, que en Sevilla es imposible ir más allá del 3% de uso de la bicicleta, que las decisiones de todas las ciudades mencionadas más arriba están equivocadas y que los datos por ellas reportados no se ajustan a la realidad? Si no es así habría que concluir que estamos ante una decisión política, tomada desde algún órgano de decisión político, lo que merecería una explicación más allá de una gráfica en un documento «tecnico».
Si, por otro lado, los datos mostrados en la gráfica son el resultado del análisis técnico y desapasionado de los efectos de las políticas y actuaciones contempladas hasta ahora en el PMUS, entonces la conclusión obvia es que dichas políticas y actuaciones no bastan para conseguir los objetivos anunciados por el Alcalda y refrendados por el Pleno Municipal en relación al fomento de la bicicleta como modo de transporte en Sevilla, por lo que procedería una explicación urgente por parte de la Delegación de Movilidad acerca de que otras actuaciones se van a programar, en el marco del PMUS, para lograr aquellos objetivos.
En cualquier caso los y las usuarios y usuarias de la bicicleta nos merecemos una explicación, porque si como se dice en el documento citado (pag. 29) “Si antes, la modernidad de las ciudades se medía por su tasa de motorización y el número de vehículos que existía, el nuevo índice de modernidad debe de basarse en el número de ejecutivos con corbata que viajan en el metro, el autobús, en bicicleta o caminando por la calle» no parece que con este PMUS vayamos a avanzar mucho hacia la modernidad con ese raquítico 3% de desplazamientos en bicicleta programados a día de hoy.
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(1) Eso podría ser la consecuencia del uso de metodologías obsoletas, como la utilización como principal fuente de información de encuestas telefónicas, cuando porcentajes cada vez mayores de la población (sobre todo los más jóvenes) ya no usan prácticamente el teléfono fijo como medio de comunicación.