En ciudades como Wuhan o Nueva York se ha incrementado el uso de la bicicleta como alivio al transporte público. La limpieza y desinfección de la flota y su uso con guantes, las claves para hacerlo de una manera segura.
Las medidas en materia de movilidad que se están acometiendo desde el gobierno español en el momento actual, pasan por alto las ventajas de la bicicleta respecto a otros vehículos para cumplir los objetivos de no transmisión del virus. Además, muchos ayuntamientos están dificultando la movilidad ciclista para los desplazamientos autorizados. Nos llegan noticias de que son numerosos los municipios que clausuran los sistemas de bicicleta compartida. Se equivocan en esta decisión.
La bicicleta se ha demostrado como parte de la solución para los desplazamientos obligados. Toca mirar cómo se ha resuelto en otros países que ya han sufrido la misma situación que ahora pasamos en España con la pandemia de coronavirus. No se debe obviar la experiencia china.
En este artículo WUHAN homenajea a un oficio que se ha mantenido como esencial en China: los mecánicos de bicicletas.
Porque en un momento en el que la alta ocupación del transporte público no garantiza el cumplimiento de las medidas impuestas para la no transmisión del virus, la bicicleta se erige como garante de los desplazamientos. Permite mantener la distancia de seguridad de más de 1 metro, es accesible, fácil, económica y rápida. Sirva como ejemplo el dato de que en Wuhan el 25 de enero, el 17 por ciento de las personas que necesitaron asistencia médica se desplazaron en bicicletas compartidas para ir al hospital.
Suprimir el servicio de bicicletas compartidas, empuja a sus usuarios habituales al transporte público (no olvidemos que no todo el mundo se puede permitir el uso del coche como vehículo cotidiano). No se puede dificultar el uso de la bicicleta y consentir aglomeraciones de personas en cercanías, metro o autobuses como las que se han vivido en pleno estado de alarma. Carece de sentido despreciar un vehículo que asegura la distancia de seguridad, porque no se asegura su correcta limpieza, como sí se está acometiendo con otros medios de transporte público.
Algunas ciudades como Elche sí han mantenido el servicio básico automatizado, aunque sin la asistencia del personal habitual (bicielx)
Otras, como Zaragoza, al inicio de la epidemia recomendaron el uso de bicicletas compartidas, incluso de forma prioritaria. Pero con el paso de los días, en vez de garantizar la desinfección del servicio de bicicleta pública y continuar incentivando el uso de la bicicleta privada, han acabado optando por cerrar el servicio y aconsejando lo contrario que recomendaban.
Cerrar parques y zonas verdes para evitar la aglomeración de personas puede resultar eficaz, pero hemos de preservar los paseos que permiten la movilidad peatonal y ciclista para los desplazamientos obligados, y esto tampoco se ha tenido en cuenta en municipios como Madrid.
Entendemos que estamos en una situación absolutamente novedosa. Por eso, es más importante aún que las medidas que se tomen vengan avaladas por evidencia científica o experta y no nos abandonemos a creencias, mitos o mandatos sociales costumbristas.
Es el momento de rectificar aquello que veamos que no logra el objetivo buscado. Urge evaluar las medidas y adaptarlas a las circunstancias actuales de menor exposición al contagio.
Quedamos a la espera de la puesta en marcha y desinfección de las estaciones de bicicleta pública por parte de las autoridades competentes para su uso en los desplazamientos imprescindibles con las precauciones debidas.
Otros países lo están haciendo en sus ciudades:
Bogotá que impulsa corredores ciclistas para favorecer el tránsito de personas hacia actividades esenciales