Decibelios, bicicletas y malas vibraciones
De día, el ruido de los coches nos genera alteraciones en la presión sanguínea y enfermedades cardiovasculares
De noche, el rumor constante de los automóviles nos impide descansar

FOTO Y TEXTO: eldiario.es En esta entrada parte de su interesantísimo artículo
El último informe de la Organización Mundial de la Salud asegura que la contaminación acústica de las grandes ciudades no es sólo una molestia medioambiental, también es un peligro para la salud pública. De día, el ruido ambiental de los coches nos genera alteraciones en la presión sanguínea y enfermedades cardiovasculares. De noche, el rumor constante de los coches nos impide descansar. El sueño fragmentado tiene un impacto específico sobre la capacidad motora, la productividad y la creatividad. Dormir con la ciudad puesta produce depresión, ansiedad y confusión. También baja las defensas, provoca partos prematuros y engorda.
Para los niños es aún más grave. «Hay una cantidad alarmante de pruebas que conectan el ruido con un mal desarrollo cognitivo en la infancia», dice la OMS. La exposición al ruido produce déficit en la memoria y fallos en la comprensión lectora, efectos que desaparecen con el silencio ambiental. El informe aconseja proteger las áreas escolares si no queremos perder los mimbres de la próxima generación.
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Las medidas que imponen algunas administraciones para reducir el ruido son prescriptivas y, en su mayor parte, tienen que ver con el tráfico: restricción de velocidad y de aparcamiento, ampliación de zonas verdes y calles peatonales, incentivos para los modelos menos contaminantes e infraestructuras para el fomento del uso de la bicicleta y del transporte público. En ese sentido, la bicicleta y el coche eléctrico tienen un impacto potencial incalculable sobre la salud de los cascos urbanos, porque no solo reducen dramáticamente la contaminación acústica sino también el dióxido de nitrógeno, que es mucho peor. En una ciudad dominada por los coches eléctricos y las bicicletas, el ruido del tráfico vendrá del traqueteo de los neumáticos contra los adoquines, que podrían ser cambiados por ese hormigón especial de las autovías suizas. Si se quiere. Irónicamente, prescindir del ruido supone otro problema grave para la salud: accidentes.
El pasado noviembre, el gobierno norteamericano estableció que los fabricantes tendrán que volver a meter el ruido en sus silenciosos modelos híbridos y eléctricos de coche, camión, utilitarios y autobuses de menos de cinco toneladas cuando circulan a poca velocidad para alertar a los desprevenidos viandantes, sobre todo si son ciegos…
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Los árboles también ayudan a reducir la contaminación acústica.
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El oído humano solo escucha frecuencias entre 20Hz y 20kHz, pero es mucho más sensible a los sonidos entre 1 kHz y 4kHz. Nuestro umbral de sensación sonora es mucho más amplio, y una herramienta muy práctica para el control de la población. En 2006, la BBC denunció el uso de un dispositivo de alta frecuencia (19–20 kHz) diseñado para alejar a los ruidosos adolescentes de las zonas más exclusivas de Grimsby, Hull y Lancashire. Al parecer, los adultos no perciben esas frecuencias, pero a los menores de 20 años les produce una extraña molestia. Eso que a menudo, y con precisión involuntaria, se describe como «malas vibraciones». La gama de frecuencias que no escuchamos ofrece un rango de posibilidades que van de la incomodidad a la muerte. Por debajo de los 20Hz producen mareos y náuseas. A partir de los 700 kHz, los órganos empiezan a fallar.
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Este articulo ha sido publicado en la revista de eldiario.es La ciudad civilizada
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