El irónico comunicado emitido por Murcia en Bici: Rogativas contra la contaminación
Los datos de contaminación atmosférica en el municipio de Murcia de los últimos días ponen de manifiesto, una vez más, que el obsoleto modelo de movilidad urbana centrado en el automóvil es un riesgo para la salud pública. Dicha realidad se evidencia en los medios de comunicación cuando las condiciones climatológicas mantienen la nube tóxica encima de nuestro aparato respiratorio, mientras que pasa desapercibida cuando los vientos son favorables y exportan parte de nuestro exceso de partículas y gases contaminantes. Sin embargo, la mala calidad del aire que respiramos diariamente se corresponde con la ineficaz política medioambiental de las administraciones responsables. La ausencia de medidas sobradamente conocidas para reducir la utilización del vehículo privado se suma a la incapacidad de tomar medidas excepcionales cuando los parámetros atmosféricos así lo demandan. No se trata de contentar a todos y redibujar las calles para aglutinar a coches, bicicletas, autobuses y peatones; con estas medidas cosméticas no se recupera el espacio, la calidad del aire y la calidad de vida de los vecinos. Inevitablemente hay que poner en práctica medidas activas, la política de promoción de la bicicleta y el transporte público debe acompañarse de actuaciones disuasorias frente a la utilización del coche en el núcleo urbano. En este contexto, la explicación municipal de que la contaminación no tiene que ver con los atascos ocasionados presuntamente por los carriles bici periféricos evidencia que, además de la nefasta política ambiental, se improvisan argumentos disparatados que colaboran a aumentar el desconcierto. Como medida estrella para luchar contra la contaminación el concejal del ramo recomienda a la ciudadanía reducir el uso del automóvil, demostrando así una capacidad de gestión propia de las rogativas para suplicar lluvia en épocas de sequía. Sí, al final lloverá y el azar de los vientos modificará el nivel de partículas PM10 pero una gestión pública encomendada a las plegarias condena a los vecinos a respirar un aire insalubre por mucha fe que todavía tengan en sus representantes municipales.