El Real Automóvil Club de Cataluña (RACC) acaba de descolgarse con la propuesta de un «carnet de conducir para ciclistas» y pone como ejemplo el «titulin» (uso sus propias palabras) que se exige a los propietarios de pequeñas embarcaciones recreativas para poder usarlas. Justifica su propuesta en una supuesta falta de formación de los ciclistas, lo que a su entender haría necesaria la medida.
Se trata de un modelo de educación vial totalmente opuesto al que desde siempre hemos defendido las asociaciones ciclistas: que la formación vial se imparta en las escuelas como parte del cirriculum escolar, con contenidos tanto teóricos como prácticos, impartidos estos últimos con la ayuda del único vehículo al alcance de todos los niños: la bicicleta.

Frente a este modelo de formación vial (vigente ya en muchos países del norte de Europa) integrador, público, democrático y gratuito, el RACC se descuelga con un modelo desintegrador (los ciclistas por un lado, los automovilistas por otro, los peatones ¿donde y cuando?, etc.) privatizado (presumiblemente serán las autoescuelas o empresas similares las que preparen a los ciclistas para la obtención del carnet), antidemocrático (solo unos cuantos tendrán acceso a la formación y al carnet a que ésta dé lugar) y presumiblemente de pago.
De hecho, el modelo propuesto por el RACC sería incluso una traba para el desarrollo del actual modelo de formación vial en la escuela vigente en España, en el que esta formación descansa en cursillos opcionales impartidos casi siempre por agentes de las policías locales o de la guardia civil de tráfico, en los que se utiliza, para su parte práctica, la bicicleta, por la razón antes aducida, es decir por tratarse del único vehículo al alcance de todos los niños. Si la propuesta del RACC se aprobase, solo los niños poseedores del «carnet» para ciclistas podrían acceder a esta formación (??!!).

El ejemplo puesto por el RACC para ilustrar su propuesta, el «titulín» para las embarcaciones recreativas, en realidad lo que ilustra es su deseo de que la bicicleta vuelva a ser un vehículo de ocio y no el competidor cada vez más pujante del automóvil privado como medio de transporte en las ciudades.
Ilustra también la principal contradicción de su propuesta y por qué no es apropiada para la educiación vial, no solo de los ciclistas, sino de la ciudadanía en general. ¿Qué porcentaje de la población española es propietaria y utiliza una embarcación de recreo? Alto o bajo, es evidente que se trata de una minoría. Por eso no tiene sentido incluir este tipo de formación en la enseñanza pública y se externaliza para ser impartido por entidades privadas que preparan para un título oficial expedido por la administración competente, que valida esa formación.
Algo parecido ocurre con el «carnet de conducir» vigente para los automóvilistas: no tendría sentido impartir en la escuela los conocimientos técnicos específicos necesarios para la conducción de los vehículos de motor a niños que quizás no lleguen a conducirlos nunca y que, en todo caso, carecen de edad para ello.
Sin embargo ¿Qué porcentaje de la población utiliza la vía pública? Podríamos afirmar que el 100%. Por eso tiene todo el sentido del mundo que la educación para el correcto uso de la vía pública (como peatón, ciclista o automovilista) se imparta en la escuela pública y de acuerdo con una metodología integradora, no diferente para los diferentes usos (que no usuarios, pues todos hacemos esos usos simultáneamenete) de la vía pública.
Dicho de paso, lo mismo debería ocurrir con la educación para la salud. Nos ahorraríamos o paliaríamos el menos muchos de los problemas que ahora nos acosan: obesidad infantil, proliferación de las enfermedades coronarias y vasculares, negacionismos varios…
Artículo de Ricardo Marqués.
El mundo automovilístico se revuelve porque sabe que le quedan 4 telediarios para su uso en la ciudad. Vienen restricciones fuertes, sobre todo arrastradas por la emergencia climática. Ni siquiera el coche eléctrico es ninguna solución en ciudad. Por eso intentan estirar el chollo anacrónico que tienen usando casi todo el espacio público para transportar una media de 1,3 personas en una lata que va quemando fósiles líquidos con carbono retenido hace millones de años, de una forma ineficiente, y echando unos tóxicos que matan, generan o agravan enfermedades y degradan la vida.
Todavía tenemos que usar coches en alguna ocasión, en este periodo de transición, pero no tantísimo y a tan bajísimo coste (los costes, que son altísimos y del orden de 1500€/año/vehículo están externalizados).
Pegas como la Ley de la bandera roja. Nada nuevo
Yo creo que hay que tirar por la linea de la sensatez, ya que ni la mision ni el objetivo de los policias es dedicarse a la formacion, ademas no solo no les corresponde, sino que lo suyo es que atiendan a lo que se deben, y dejemonos de tonterias, y de suplir funciones unos de otros, y lo mismo pasa con las asociaciones, el objeivo de las asociaciones nada mas lejos de que su deber sea impartir formacion, para eso estan por la via publica, las escuelas y por la via privada, los centros de formacion vial. pero… en vez de pensar en encontrar canales de soluciones economicas, porque no pensamos en tratar de que la formcion de bicicletas se quede dentro de una etapa escolar, como una parte mas de formacion, como escuela de la vida en cualqueier otra faceta, y no,dejemos que esto se vuelva un negocio, ademas de apelar a la responsabilidad por parte de la spersonas y de los padres y tutores.
Por aclarar el tema de “Titulín” hay dos cuestiones.
Por un lado en muchos países europeos no es necesario ningún título para poder navegar con pequeñas embarcaciones.
Por otro lado no se presupone al ciudadano conocimiento alguno sobre navegación, ya que no existe una educación vial similar asimilada al mar, con lo que podemos ir a navegar sin conocer nada en absoluto del medio, lo que podría justificar el “Titulín”! Pero jamás la licencia para la bici.